SPECTACLE LAKE

Y aquí os traemos, la que quizás sea, la joya de la corona en cuanto a inmersión con la naturaleza se refiere: Spectacle Lake. Os estaréis preguntando qué tiene de especial este desconocido paraje, y como puede ser la joya de la corona cuando tiene que luchar contra los mundialmente conocidos astros Yosemite o Death Valley. Pero tranquilos, si leéis el post hasta el final, comprenderéis a qué me refiero.

Para empezar, como siempre, os pongo en contexto. Spectacle Lake está ubicado en las profundidades de unos de los bosques más grandes de todo Estados Unidos, que es el bosque nacional de Wenatchee. Ir hasta aquí surgió porque, como ya habréis podido comprender, me encanta realizar excursiones en entornos naturales. Ya sabéis; respirar aire puro, descubrir sitios,  contemplar la magnificiencia de la madre naturaleza, estar en sitios que muy pocas personas conocen y explorar aquello que no aparece días tras día en fotografías retocadas en Instagram, Facebook o cualquier red social (es irónico que suene a crítica cuando eso es precisamente lo que estamos haciendo, nadie es perfecto). Por lo tanto, decidimos organizar una ruta un compañero de trabajo y yo. Entre todas las posibles opciones, ganó esta

ruta, lo que dice mucho de nuestra capacidad de elección =).


Imagen 1. Inicio de Ruta

Un sábado cualquiera por la mañana nos encaminamos al bosque de Wenatchee y condujimos durante dos horas hasta el parking de Pete Lake, lugar en el que empieza la ruta. Para los que queráis ir, tened en cuenta que tenéis que pagar una fee de 5 dólares si no tenéis ningún tipo de permiso. Para pagarlo, veréis que no hay nadie que os cobre, pero en un tablón de anuncios hay formularios con sobre. Basta con meter los 5 dólares en el sobre e introducir este en el buzón, así como quedarte con tu parte del formulario. Dicho esto, dejémonos de burocracias.

Los expertos montañistas ya sabéis lo que tenéis que llevar. Para los no tan expertos, es esencial llevar mochila cómoda, una buena reserva de agua y ropa cómoda y que no sean capaces de traspasarla los mosquitos. Los repelentes, os aviso, no hacen prácticamente nada. Yo llegué con más de cincuenta picotazos (me pica sólo de recordarlo) y una botella entera menos de repelente, que más bien yo creo que los atraía. Los que no queráis seguir estos consejos, allá vosotros. Tened en cuenta que la fiebre del Nilo está propagada por todo Estados Unidos y la transmiten los mosquitos.
Burocracias y consejos para novatos: OK.

Podemos seguir entonces con la ruta. Nada más comenzar uno se hace una idea de lo que se va a encontrar. Una extensión inmensa de vasta vegetación te rodea. Los árboles son gigantes y proporcionan una sombra continua que se agradece en un día caluroso como el que tuvimos. La ruta recorre paralela al río y en algunos puntos del principio las vistas son espectaculares. La verdad, es bastante impresionante que en mitad del verano, el río siga bajando tan caudaloso.

Seguimos recorriendo la ruta durante unos cinco kilómetros hasta que llegas a Pete Lake. Aquí, el lago abre y comparte una magnífica panorámica. Otro tesoro escondido de la naturaleza que sólo puede disfrutarse plenamente cuando estás allí. Para que os hagáis una idea, aquí la fotografía:


Imagen 2. Pete Lake

Aquí vale la pena sentarse a descansar y recrearse con las vistas. Si no queréis andar más, este es un sitio fantástico para pasar el día y hacer noche, pero os aviso de que estaba lleno de tiendas de campaña, y nos dijeron que incluso la gente se viene aquí a montarse fiestas. ¿Fiesta en el lago en Estados Unidos? Nada puede salir bien de esto.

Después de descansar, seguimos nuestro camino, revitalizados y con muchas ganas de llegar a Spectacle Lake. Si Pete Lake no posee el nombre de Spectacle Lake, imaginad como debía de ser el propio Spectacle Lake. Pero antes de continuar, un sitio donde poder realizar nuestras necesidades básicas. En medio del bosque, tienes un cartel con la palabra “toilet” y una flecha indicándote el camino. Así que sigues la flecha hasta que llegas al “toilet”, que básicamente es un inodoro de madera subido en un altar, también de madera, para que se te vea bien. “Lo he pensado mejor, y creo que voy a ir a mear detrás de esa conífera”.

Tras la anécdota del inodoro seguimos nuestro camino. Después de otros tantos kilómetros, creemos que ya debería de ser hora de empezar la tremenda subida al lago (la guía decía que era bastante dura), pero no encontramos nada. O nos hemos perdido o el camino se está haciendo demasiado largo (os vaticino que fue lo segundo, y es que las millas engañan mucho. Pero es que, además, nos fuimos por el camino más largo, haciendo unas cuantas millas más). Seguimos andando y disfrutando del paisaje. La mochila ya empieza a pesar y el calor se hace latente en la profundidad el bosque, menos mal que hemos traído bastante agua. De repente, un poco de emoción en el camino. Hay que cruzar el río. Aquí la segunda anécdota. Para cruzar el río hay puesto un cable de extremo a extremo que se balancea como el elefante encima de la tela de araña. Además el agua baja muy fuerte y si no te agarras bien te vas a caer. Yo voy primero, me quito las zapatillas y sin pensar mucho, empiezo a cruzar con una zapatilla en cada mano, asiéndome de mala manera al cable. Mi previsión de la fuerza con la que bajaba el agua ha sido errónea, y en un desequilibrio pierdo una de las zapatillas, que veo como baja el río flotando y riéndose de mí (¿Ahora cómo vas a hacer el resto de las 20 millas que quedan payaso?) David me mira diciendo, qué coño has hecho. Pero no os preocupéis amigos míos, gracias a nuestros amigos los castores, que habían construido una presa 30 metros más hacia abajo, conseguí recuperar mi zapatillas empapada. Bendita suerte la que tuve.


Imagen 3. Cruzando el río
Imagen 4. Zapatilla recuperada


















Después de nuestra segunda anécdota y de refrescarnos las piernas en el río, seguimos nuestro camino. La subida aún no empieza y la mochila cada vez pesa más. Llegamos a un sitio bastante impresionante. Os diré que en este bosque hubo un gran incendio hace unos años. El camino que estábamos siguiendo cruzaba esta zona que había sido quemada. Nosotros nos creíamos que nos íbamos a encontrar con un sitio desolado, sin embargo, la imagen que había era de un renacer de la naturaleza. Los árboles, calvos, dejan pasar la luz del sol, que alimenta el suelo creando una capa que se pierde en la lejanía de flores silvestres que cubren toda el área quemada. El contraste del negro de los árboles, con el violeta, rojo, amarillo o blanco de los pétalos nos recuerda la fortaleza de la naturaleza, que ha resistido todo, desde meteoritos hasta volcanes, terremotos o tornados. Esta se sigue levantando y, además, se levanta esplendorosa.



Imagen 5. David y la naturaleza


Con esta vista continuamos y, después de otros tantos kilómetros, comienza la subida. Unas mujeres con las que nos cruzamos nos dicen que faltan unas 2 ó 3 millas. Las millas engañan, y mucho. Empezamos a subir, y la mochila pesa mucho ahora. Pero sabemos que Spectacle Lake merecerá la pena. Casi al llegar arriba una preciosa cascada con agua fría. El anticipo de lo sublime.
Imagen 6. Cataráta

Seguimos subiendo y al final llegamos a la cima, después de una subida muy intensa y de dos horas. Las vistas son impresionantes desde aquí, y debajo nuestra, como un diamante incrustado en la tierra, Spectacle Lake. Sabemos que ha merecido la pena, y merecería la pena aunque te tuvieras que hacer el doble. Bajamos finalmente y nos leemos la mente. Hay que darse un baño. Para los que os guste la naturaleza, sabéis lo que es llegar a un sitio que ha superado cualquier expectativa, y en el calor del atardecer, pegarse un baño en agua fría, que quita el entumecimiento y te activa la adrenalina. Es difícil sentir algo igual. Impresionante.

Aquí hay sitio de sobra para acampar y no hay mucha gente. El cielo hay que ganárselo. Montamos nuestra tienda enfrente del lago y cenamos contemplando el precioso valle que se adapta perfectamente entre las faldas de las altas montañas que lo rodean.

Ya sólo os puedo hablar de paz. Una paz absoluta.






Al día siguiente, nos levantamos contemplando el amanecer y retomamos nuestro camino de vuelta, después de un nutritivo desayuno. La vuelta es prácticamente como fue la ida, pero cuesta abajo y por el camino corto, por lo que no se hizo largo. No voy a decir que el camino de vuelta no tuviera nada especial, porque lo tuvo, sin embargo nada que difiera con la ida. Quizás menos anécdotas y un poco más de agujetas.




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