600 MILLAS EN MUSTANG
Bienvenidos todos a nuestra tercera etapa en este gran viaje
que estamos haciendo. Ahora nos toca dejar Las Vegas hacia otro sitio
maravilloso ubicado a unas cuantas millas en alguna dirección. ¿Podéis imaginar
cuál es? Pues os lo contaremos al final del post, para dejaros con la intriga
mientras tanto (aunque también es verdad que sería tan fácil como ir hasta el
final y leerlo directamente…tramposillos). Además os contaremos por qué
espectacular sitio hemos pasado, así que comencemos.
Milla 0.- Las Vegas
Nos levantamos temprano por la mañana. A eso de las 7 a.m.
porque sabemos que nos quedan un montón de millas por delante hasta que
lleguemos a nuestro destino. Así que realizamos el check out, que en Las Vegas
es tan fácil como llamar al dial 0 desde el teléfono y decir “bye bye” (America
is very very easy), cargamos las maletas en el Mustang y nos dirigimos hacia el
lejano oeste. Nuestro primer destino es Beatty, un pueblecito en medio del
desierto, que es prácticamente la puerta a uno de los parques nacionales más
extremos de los Estados Unidos. En el trayecto, la música suena en Spotify mientras las infinitas rectas de las autopistas americanas se suceden por terreno árido. Una vez salimos de Las Vegas, son muchas las millas que recorremos hasta vislumbrar el primer atisbo de vida, que casualmente es una cárcel (a ver quién tiene huevos a escaparse…espero que tengan aire acondicionado allí dentro).
Milla 134.- Hells
Gate
Tras unas cuantas millas más por asfalto, y unas pocas por
tierra (bendito google maps) hemos dejado Beatty atrás para llegar a Hells
Gate, que es la entrada, como muchos habéis podido deducir, de Death Valley.
Desde aquí tenemos unas vistas impresionantes de una parte del parque y, que
por supuesto, podéis verlas a continuación.
Imagen 1.- Hells Gate |
Milla 147.- Mesquite
Flat Sand Dunes
Después de echar unas cuantas fotos, nos volvemos a montar
en el Mustang y le hacemos rugir un poco por las carreteras de Death Valley,
las cuales son 100% recomendables para divertirte al volante metiendo unos
achuchoncillos al acelarador. Eso sí, con mucho cuidado, que la aguja se pone
al máximo en un abrir y cerrar de ojos. Después de unas cuantas millas, no
tantas como antes, llegamos a nuestro siguiente punto: Mesquite Flat Sand Dunes, las cuales son dunas, que hacen de Death
Valley un verdadero desierto. Imaginaros estar allí, en medio del desierto, las
dunas blancas y el cielo azul, y nada alrededor en un radio de 50 millas. ¿He
oído teléfono móvil? No. Se me ha olvidado mencionaros que llevamos casi una
hora sin cobertura, así que mejor tener cuidado de no quedarnos tirados. Para
que os hagáis una idea de cómo se ven las dunas, os dejamos una fotillo.
Tras dar una vuelta por las dunas, decidimos seguir nuestro
camino rápidamente porque aún nos queda mucho por delante. En este punto
pensamos cómo se vería el cielo allí por las noches, y es que tiene que ser
espectacular, pero no pudimos hacerlo a nuestro pesar.
Milla 187.- Father
Crowley Overlook
Nada nos detiene y seguimos por la carretera, entre colinas
desiertas con diferentes formaciones. No hay vegetación ni animales, solo el
desierto, el coche que ruge y nosotros. Bendito diablo aquel que se quedara
perdido allí hace 100 años.
Después de unas cuantas millas más, llegamos a Father Crowley Overlook, que es un
mirador casi al final de Death Valley, que echa la vista atrás para recordarnos
por dónde hemos pasado, dándonos una vista más global del parque, corroborando
que este hace honor a su nombre.
Imagen 3.- Father Crowley Overlook |
Milla 234.- Owens
Lake
Ahora sí, ya hemos cruzado prácticamente Death Valley (Se
hace oficial cuando cruzamos el cartel de despedida), y nos dirigimos a nuestra
siguiente punto, que es llegar hasta el sur del parque de Secuoyas
(lamentablemente, sin pasar por él). Sin embargo, en uno de los cambios de
rasante de la carretera, una vista espectacular aparece ante nosotros. Toda la
cordillera de Sierra Nevada (Donde están algunos de los parques nacionales más
impresionantes del mundo, como Yosemite) se levanta impresionante en el
horizonte, así que cuando llegamos a un punto donde podemos parar, nos bajamos
del coche y guardamos uno de los recuerdos más bonitos del trayecto, que le
podéis ver en forma de imagen a continuación:
Imagen 4.- Sierra Nevada |
Milla 353.- Summit
Ahora tenemos que bordear toda la Sierra Nevada, como dije
antes, para pasar por el sur del parque de secuoyas. Hasta que llegamos al sur,
son 93 millas. Por un momento imaginad lo que son 93 millas en línea recta.
Pues bien, eso es lo que hicimos, 93 auténticas millas en línea recta. ¿Curvas?
No hay curvas. Las carreteras son auténticas locuras. Es como si Dios (Buda,
Alá, Shiva, Zeus…o el que sea vuestro Dios) hubiera cogido una regla y hubiera
trazado unas cuantas líneas rectas cayendo todas en Estados Unidos. Este
trayecto, si os digo la verdad, resultó bastante tedioso, pero lo que nos
esperaba al final del camino no desanima a nadie. Además, teníamos otra vez cobertura
y la buena música retumbaba de nuevo en los altavoces.
Así llegamos hasta Summit, un pueblo de California en el que
pudimos comer y llenar el depósito del bichito, que estaba sediento después de
tanto desierto.
Ya solo nos quedan unas cuantas millas más por autopista
para llegar a nuestro destino. Con la tripa llena y el depósito a tope,
conducimos rumbo a Mariposa, que es el pueblo en el que vamos a pasar la noche.
El trayecto le hacemos sin paradas, con muchas ganas de llegar a nuestro
destino, mientras cruzamos por los pueblos de California. Young Turks, de Rod
Stewart, suena en Spoti, y me siento como CJ en San Andreas conduciendo el
Mustang, y me tengo que decir a mí mismo que no haga ninguna locura en la
carretera, no queremos que nos persiga el ejército si llegamos a cinco
estrellas. Después de unas cuantas horas por autopista, llegamos a una
carretera secundaria que nos lleva directos a Mariposa.
Imagen 5.- Gozando del Mustang |
Milla 580.- Final del
trayecto. Mariposa
Cuando llegamos son las 6 de la tarde. Han sido muchas horas
en coche y estamos cansados, pero tras hacer el checkIn y pegarnos una ducha
caliente, decidimos ir a dar una vuelta, muy revitalizados, respirando el aire
que viene directamente de Yosemite, nuestro destino al día siguiente. Y otro
sueño hecho realidad.
El pueblo está decorada con luces de Navidad, y hay un
montón de gente que hace noche, seguramente para dirigirse al día siguiente al
mismo destino que nosotros. Decidimos cenar en un restaurante mexicano, ya
sabéis, lo típico en un pueblo de montaña californiano, e irnos a dormir, pues
al día siguiente nos queda un largo y fantástico día, además de unas cuantas
horas más de trayecto después de volver de Yosemite. ¿Adivináis dónde nos
encaminamos?
Comentarios
Publicar un comentario