2 EN KAUAI: DÍA 2, LA COSTA DE NAPALI


Buenos días, tardes y noches a todos nuestros lectores. Hoy volvemos con la narración de nuestro segundo día por Kauai, el cual nos deparó momentos inolvidables y sitios inimaginables. Os invitamos pues, a explorar las siguientes líneas, las cuales no os dejarán indiferentes (aunque si eres un poco sieso quizás sí).
Como hemos dicho, aquel día íbamos a vivir una experiencia maravillosa. Para ello nos teníamos que mover hasta el sur de la isla. Para los que no leísteis el post anterior, sabed que nosotros estábamos en el norte (Princeville). Al ser una isla más bien pequeña, en hora y media nos encontrábamos en nuestro destino. Aquí, se encuentra el pueblo de Eleele (uno de los pocos que tiene la isla), que ofrece una gran diversidad de actividades que te pondrán el modo aventura en On. Nuestra elección fue la de hacer rafting por el océano recorriendo la costa de Napali, una de las panorámicas más bonitas que hemos visto en nuestras vidas.

Imagen 1. Costa de Napali


Tras presentarnos en el sitio, firmar el ya tan conocido waiver (documento en el que firmas la exención de responsabilidad de la empresa si te matas, textualmente), meter nuestras pertenencias en mochilas impermeables y ponernos los bañadores; nos encaminamos hacia el Rafter con otras catorce personas, el capitán y su ayudante. Tras la típica charla de seguridad, y un par de referencias hacia España por parte del capitán (estación de Atocha y Tempranillo), nos internamos en el pacífico. Aquí, unos consejillos:

1.-  A mí (Juancar) me tocó ponerme delante del todo. Si no estás físicamente preparado, te aconsejo que no te pongas aquí, pues tras cinco horas de saltos en las olas acabas muy muy molido.

2.- Lleva contigo lo menos posible. Durante el trayecto te será imposible hacer nada excepto ir agarrado al rafter, pues la embarcación es muy rápida, y las olas harán que, si no eres precavido, salgas volando al agua tú y todo tu material.

Conocidos nuestros tan valiosos consejos, sigamos con la aventura. En pocos segundos ya estábamos a varios metros de la costa atravesando las aguas del pacífico. En cuanto te internas y echas la vista atrás mientras la brisa del mar te acaricia la cara, sabes que ya está mereciendo la pena lo pagado por el rafting. El agua tiene distintos tonos azules, desde transparentes a prácticamente negros, pasando por un increíble color zafiro. La isla se dibuja impresionante a lo largo de la costa. Después de media hora, hacemos nuestra primera parada y el capitán pregunta quien quiere usar el baño, que es básicamente tirarse al agua y dejar que todo fluya (no pensaréis que en un rafter va a entrar un baño, ¿verdad?).

Imagen 2. Primera Parada

Imagen 3. Aguas azuladas


Tras nuestra primera parada, seguimos rumbo hacia la costa de Napali. En nuestro camino nos cruzamos con delfines y tortugas que se dejan ver en el paraíso. A nuestra izquierda, se contempla Ni’ihau, la isla privada del archipiélago de Hawaii.
Mientras el capitán nos contaba teorías conspiratorias sobre Ni’ihau, la costa de Napali se empezaba a vislumbrar grandiosa. Pero esto era solo un pequeño bocado. A medida que avanzábamos, los acantilados comienzan a erguirse imponentes sobre el color zafiro del océano, y juega con los colores para dar una vista que te deja boquiabierto durante varias millas de costa. Las olas en este punto de la isla son las más grandes, y después de más de una hora en la embarcación ya no es tan divertido. Sin embargo, las vistas hacen que te olvides de todo lo demás. Las recónditas playas se esconden entre los acantilados, y solitarias te invitan a que te acerques para tumbarte sobre su fina arena. Pero cuidado, a pocos metros, las olas chocan altas y fuertes contra las afiladas rocas. En un momento determinado, nos acercamos a una de las preciosas cuevas marinas que aquí se forman. Debido a que el océano está bastante bravo, no podemos meternos en ella, pero el capitán habilidoso hace su intento en una que parece bastante grande. Durante unos segundos podemos ver desde dentro de la cueva la impresionante salida al agua, y rápidamente, en una maniobra desesperada, el capitán tiene que acelerar a tope el rafter para poder salir de allí, ya que una ola casi nos empuja contra las rocas de la cueva. Por un momento se nos puso a todos los huevos en la garganta, pero acabo con las risas del capitán (en realidad, yo sigo pensando que se rió por no decirnos que casi nos matamos y quitar hierro al asunto).

Imagen 4. Cuevas en la costa


Tras esta mortal experiencia, nos paramos a echar fotografías a la costa. Después de más de dos horas, es hora de dar la vuelta. Aún quedaba hacer snorkel, y una sorpresa inesperada que contaremos más adelante.

Imagen 5. Napali Coast


Paramos a contemplar la fauna marina en una zona bastante tranquila del océano. Es increíble como a pocos metros de olas mortales te puedes encontrar con lugares completamente quietos en los que te olvidas que estás en medio del océano. Aquí, hicimos snorkel durante media hora, viendo peces de colores y una tortuga enorme. Tras volver al rafter, recargamos pilar con un sándwich y un refresco. Además trajeron galletas de chocolate y coco que estaban buenísimas.
Cuando todos estuvimos preparados, comenzó el principio del fin, que se hizo bastante largo, pues los botes comenzaban a pesar bastante después de cuatro horas. Sin embargo, la vuelta albergaba aún una gran sorpresa, cuando vimos de nuevo delfines. Esta vez, éstos comenzaron a nadar junto a la embarcación brindándonos un espectáculo natural único, en el cual los más teatrales nos ofrecían talentosas piruetas. Esto duró varios minutos, y si extendías la mano por fuera del rafter podías prácticamente tocar a los delfines. Una guinda a una increíble experiencia, que terminó unos minutos después.
Un poco cansados, tocaba plan de relax, difícil en Hawaii, ¿verdad? Decidimos ir a Poipu Beach Park, que es la playa en la que habíamos estado el día anterior. Es bonito llegar a una de las mejores playas de Estados Unidos, y ver que no está abarrotado de gente. Relajadamente, pasamos unas horas tomando el sol y disfrutando del agua, mientras alguna foca hacía su estelar aparición, sin ella la pobre, darse ni siquiera cuenta.

Imagen 6. Poipu Beach


Hambrientos por la aventura y el ligero sándwich, volvimos cuando prácticamente estaba anocheciendo hacia Princeville. En el camino, decidimos parar en un sitio llamado Street Burger, el cual recomendamos 100% si viajas a Kauai. Nosotros decidimos comernos las hamburguesas frente a la playa mientras anochecía, lo malo es que estábamos en la costa este y no pudimos disfrutar del atardecer, pero el sabor de las hamburguesas hicieron el resto.

Imagen 7. Playa de Kapa'a


Tras un gran día, regresamos a casa, nos duchamos, nos echamos crema en las quemaduras y recargamos pilas para seguir descubriendo al día siguiente lo que sigue ofreciendo esta increíble isla. Si quieres saber más, atento al siguiente post.

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