2 EN HAWAII: ÚLTIMO DÍA

ULTIMO DIA EN EL ARCHIPIÉLAGO HAWAIANO
No lo vamos a negar. No teníamos ningunas ganas de acabar estas vacaciones. Los finales tienen sabores con matices amargos, y aquel día nos levantamos desanimados y parsimoniosos. Las vacaciones habían acabado. Pero ¡qué coño!, aún nos quedaba un día prácticamente entero en el paraíso, y no íbamos a desaprovecharlo llorando desde primera hora de la mañana.
Por lo que aquel día, lo primero que hicimos fue dejar el AirBnB vacío y cargamos la maleta en el Nissan Versa, que nos había acompañado desde hace unos días por la isla de Kauai, y al que aún le quedaban algunos kilómetros por recorrer.
¿Nuestra primera parada? La impresionante bahía de Hanalei. A modo de contexto, Hanalei es un pueblo precioso al norte de la isla de Kauai, vecino directo de la impresionante costa de Napali, que ya hemos disfrutado en post anteriores, y que posee una preciosa y gigante playa llena de palmeras golpeada por las olas del Pacífico. La peor parte era que aún quedaban destellos de las flush floods (inundaciones) que se habían originado un mes antes. Aun así, la bahía tenía este aspecto:


Imagen 1. Hanalei Bay
Imagen 2. Hanalei Bay, después de las inundaciones




Imagen 3. Juancar no se quería ir 


Aquel día, aunque el tiempo no acompañaba mucho, y a pesar también de ser temprano, la playa ya estaba llena de gente practicando deportes en el agua. Si tenéis la suerte de ir a Kauai cuando no haya habido inundaciones, podréis disfrutar de Hanalei mucho más de lo que lo hicimos nosotros, ya que muchas de las tiendas, restaurantes y hoteles, se encontraban cerrados por los daños ocasionados.
Después de visitar Hanalei, nos embarcamos a nuestra siguiente parada, Kalihiwai Beach, playa bastante peculiar, ya que la orilla está llena de árboles que dan buena sombra, dejando sólo un espacio de arena entre éstos y el agua. El sitio es bonito, pero no lo eligiría como zona de baño, y más sabiendo las increíbles playas que tiene la isla de Kauai.


Imagen 4. Kalihiwai Beach


Después de nuestra visita exprés, era hora de visitar otra de las joyas que esconde la isla, que son las cataratas del Wailua. Para ello nos dirijimos hacia el este de la isla, y desde allí derivamos hacia su interior, internándonos en la "selva". Para nuestro asombro, para ver las cataratas, no hacía falta ni siquiera bajarse del coche. Ésto reforzó aun mas la idea (negativa), de que Hawaii es más un parque de atracciones que un lugar en el que pasear libremente. Al llegar a la zona designada para el aparcamiento, te encuentras con que está todo vallado, y sólo puedes acceder al mirador para contemplar las, eso sí, preciosas vistas. Ésto nos dejó con un tono bastante amargo en la boca, ya que nos hubiera gustado hacer, al menos, un pequeño hike.


Imagen 5. Wailua Falls


Imagen 6. Paisaje desde el mirador Wailua Falls


Tras echar unas fotos y disfrutar del paisaje, regresamos a la zona costera de la isla. Como quedaban ya pocas horas para ir al aeropuerto, nos propusimos pasar ese último momento tirados en la playa, así que nos fuimos a una playa bastante maja al lado de Lihue, denominada Kalapaki Beach (nombre peculiar), con un parking cochambroso y un acceso bastante escondido.
Allí, simplemente nos relajamos tumbados sobre la arena, disfrutando de la bonita playa, y sintiendo el sol de Hawaii por última vez.


Imagen 7. Kalapaki Beach


Imagen 8. Bye bye Hawaii

Ya era hora de ir hacia el aeropuerto, así que buscamos un sitio para comer, el cual estaba bastante bien, llamado Kalapaki Beach Hut, en el cual, por un "módico" precio, tienes una hamburguesa que no está mal. Al finalizar, como no habíamos comprado regalos, decidimos pasarnos por una tienda de souvenirs, donde una mujer bastante desconfiada nos vendió un sombrerito hawaiiano, una tablita de surf de 20 cm y otros diversos regalos.
Ya en el aeropuerto, dejamos el coche en Avis (sólo miraron el cuentakilómetros) y cogimos el minibus para pasar por el queridísimo detector de metales. Después de pasar el control (bastante rápido), y de pasar un ratillo esperando el embarque, pasamos un agradable vuelo de 5 horas con Delta de vuelta a Seattle.
A las 6 de la mañana estábamos en la parada del tren con chanclas, pantalones cortos y mi gorrito Hawaiiano a menos de 10 grados. Lo bueno es que la mayoría veníamos de Hawaii con las mismas pintas, por lo que te confundías con el entorno. De hecho, con esta bonita imagen acabamos nuestro día, y también el maravilloso post que pone fin a un fantástico viaje.
Pero tranquilos, que como ya podréis suponer, tenemos mas viajes planeados para los próximos meses, además de muchos posts con muchísimos consejos para vuestros viajes.
Gracias por leer, saludos desde Seattle!




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