2 EN PORTLAND


Portland. A muchos de vosotros os sonará el nombre de la ciudad; ya sea por su equipo de baloncesto (Portland Trail Blazers), por su afinidad con el término “hipster”, o por cualquier otra razón. Algunos de vosotros quizás la conozcáis y otros, sin embargo, puede que no hayáis oído el nombre en vuestra vida. En cualquier caso, espero que os guste lo que dio de sí nuestra experiencia visitando la ciudad, y que os sirva para conocer un poquito más las sorpresas que nos tiene guardadas este país.
Para comenzar, un poquito de contexto, que sé que os gusta. Portland pertenece al estado de Oregón, que es el estado al sur de Washington (en google os podréis hacer una mejor idea). Bien, como casi todos conocéis, nosotros vivimos en Seattle, que pilla a unas tres horas de la susodicha ciudad. Así que nos dijimos: “Va a hacer buen fin de semana y Portland todavía nos espera, pues vamos para allá”.


Con todo esto, el viernes cogimos el coche y tiramos millas hasta nuestro destino. Habíamos reservado una habitación privada en un hostel, y la verdad que superó bastante las expectativas, ya que aunque desde fuera el alojamiento parecía la casa de la hermandad alpha-beta, por dentro se respiraba tranquilidad y buen rollo. Cuando entramos, gente de todas las edades compartían la sala común; la mayoría leyendo o tomando café en plan bohemio. El recepcionista, muy amable, nos atendió y nos dio algunas señas de lo que podíamos visitar cerca de allí.
Quince minutos después nos fuimos a tomar una cerveza en uno de los muchos bares que por allí había, y acto seguido a comer algo a una de las típicas food trucks que están repartidas por todo Portland. Por cierto, aquí un consejo, si visitáis Portland llevad dinero en cash, ya que muchos de estos sitios no admiten tarjetas de crédito, y los ATM particulares te revientan con las comisiones.
Con la tripa llena, caminamos de vuelta al hostel y nos fuimos a dormir para levantarnos pronto al día siguiente y poder disfrutar de todos los sitios que teníamos pensado.


A las 6:30 am del día siguiente el cielo se levantaba despejado. Esperaba un espléndido día soleado, el típico que tanto echas de menos cuando te has tirado con lluvias los últimos seis meses. Esto contribuyó a que la ciudad nos gustara más. Lo primero que hicimos fue desayunar rápido y salir hacia el Voodoo Doughnuts. El Voodoo Doughnuts es una mítica tienda de Portland (de donuts), en la que la gente llega a formar colas de largas horas para hacerse con una bonita caja rosa llena de rosquillas. Por eso nosotros, lo primero que hicimos por la mañana fue ir allí, no tanto por el ansia de comer donuts, sino por evitarnos el guardar la cola. Y la verdad que funcionó. Solo hubo un par de personas delante de nosotros y a los cinco minutos ya habíamos conseguido nuestros tan preciados bollos.


Imagen 1. Voodoo Doughnuts

Era hora de ir para el centro, y lo más divertido de todo (nótese la ironía), buscar aparcamiento. Por el centro es prácticamente imposible aparcar, no solo porque hay pocos huecos como en todas las grandes ciudades, sino porque el límite máximo (al menos por donde pasamos nosotros) era de una hora. Por lo que nos retiramos un poco del centro (como media milla) y encontramos parking gratis sin problemas.

Por el centro había bastantes cosas por hacer, así que lo primero que hicimos fue encaminarnos hacia el Saturday Market (mercado de los sábados), que es bastante mítico, con un montón de sitios con cosas artesanales y artísticas, así como también varios puestos de comida. Pero en el camino nos encontramos con la joya de la corona de Portland, que es la librería Powell, la perdición para los amantes de los libros. La perdición para Reichel y para mí. Y diréis, bueno, una librería. Todas las ciudades tienen unas cuantas, ¿Qué tiene de especial? Bueno, como os habéis podido imaginar, cuando la mencionamos aquí, es porque no es una librería cualquiera. En este sitio te sientes como Kvothe (protagonista de la trilogía de “El asesino de reyes”) cuando entra por primera vez en el archivo de la universidad (salvando las diferencias). Cuatro enormes plantas de estanterías repletas de libros de todo tipo. El orden que han seguido aquí para clasificar los libros es una auténtica locura bien lograda. Es fácil perderse entre este océano de literatura, pero a la vez es difícil no encontrar el libro que estás buscando. Esta joya de librería tiene infinidad de libros, pero lo mejor de todo, es que la mayoría no son nuevos, sino que son de segunda mano y los precios son ultrabaratos. Nosotros cargamos con unos cuantos, y no cogimos más porque aún nos quedaba mucho que ver en la ciudad. Para nosotros, destino número uno de la ciudad (si te gusta leer, claro).


Imagen 2. Librería Powell

Después de casi dos horas en la librería, nos encaminamos, esta vez sí, al mercado, el cual merece la pena, pero no tiene nada especial, o al menos nosotros no lo vimos. Típico mercado de ciudad, como ya hemos dicho, con artesanía y sitios para comer. ¿Has dicho comer? Pues se nos ha abierto el apetito. Y así fue. Entre tanto olor a comida asiática, falafel y hamburguesa, nos metimos en un mercado interior lleno de sitios para comer y probamos el ramen en el Marukin Ramen. Muy recomendado.


Imagen 3. Camino al Saturday Market

Tras recorrer el centro de Portland, y nuestro intento fallido de ver a los Golden State Warriors salir del hotel en el que se hospedaban, tocaba tomar un café en uno de los muchos sitios que tiene la ciudad hipster por excelencia. Si no tomas un café en Portland, no cuenta como visita y lo sabes. Altamente recomendable en el que estuvimos: casestudycoffee. Evítate el Starbucks, por favor.


Imagen 4. Coffee time

Después de una buenísima impresión de la ciudad, teníamos tiempo todavía de ir a ver los murales en Alberta Street. Seguramente fue la calle en la que respiramos el mejor ambiente de la ciudad (Y eso es decir mucho). Terrazas llenas de gente disfrutando del sol y una buena cerveza, familias y parejas paseando, más gente haciendo cola para tomar un cremoso helado, y preciosos graffitis repartidos por algunas privilegiadas fachadas. Tras una vuelta por esta calle nos sentamos a leer en un parque hasta que empezó a refrescar mientras el sol se escondía. Era hora de volver a Seattle, un poco decepcionados por tener que dejar una ciudad que nos había cautivado en unas pocas horas.


Imagen 5. Mural en Alberta St.

Imagen 6. Mural en Alberta St.


Nuestra conclusión basada en la experiencia de un día en la ciudad fue la siguiente: Portland es una ciudad que puede parecer como cualquier otra vista desde fuera, incluso un poco más tosca por su aspecto industrial, pero la cual tiene mucho que ofrecer cuando la vives por dentro. Nos gustó especialmente el buen ambiente que se respiraba, la cantidad de sitios para hacer vida social y la librería. Si a esto le sumas que Portland está lleno de inmensos parques, tiene equipo de NBA y el monte Hood como su guardián protector y vista privilegiada, quizás lo llegues a ver como un sitio muy especial.

Como habéis podido comprobar, Portland es una ciudad muy fotogénica. Si queréis ver más fotos de las que hicimos, estad atentos a nuestras redes sociales:


2 en USA

@2enusa




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